Vivienda

Faltan grifos, ventanas, sanitarios… Los retrasos llegan al sector de la construcción

«El problema hace dos años era el fuerte incremento de los costes de construcción y la falta de mano de obra. A todo esto, se suman ahora la falta de existencias y el retraso en la entrega de algunos suministros. Aparatos de calefacción, grifos, sanitarios… No hay ‘stock’. Y sin algunos de esos suministros se ralentizan o se frenan las obras«.

Quien habla es un ingeniero que trabaja con las grandes promotoras en España. Prefiere no revelar su identidad, pero transmite el sentir general de un sector, el inmobiliario, que había salido prácticamente indemne de la pandemia.

El parón industrial sufrido en China ha tenido un efecto dominó sobre la producción de miles de bienes en el resto del mundo. La falta de semiconductores, por ejemplo, no solo ha retrasado la producción de coches o smartphones, también de electrodomésticos, aparatos de calefacción y aires acondicionados. Productos que llegan tarde y que provocan retrasos en todo tipo de obras. Desde una vivienda, hasta una oficina o una nave logística.

La falta de materiales está provocando retrasos, pero no afecta a los plazos, de momento

Y, por si esto fuera poco, los precios de las materias primas siguen subiendo con fuerza, alimentados por los elevados costes de la luz y de la gasolina —el petróleo se ha disparado en los últimos meses—, y por ende, del transporte. Un cóctel explosivo que preocupa a promotores y constructores por su difícil digestión en el corto plazo.

A pesar de ello, las viviendas se han seguido construyendo y, lo que es más importante, se han seguido vendiendo y entregando. Por el momento, no se están parando las obras, al menos de manera generalizada, aunque sí se están produciendo algunos retrasos. Retrasos que conllevan un coste adicional que alguien —promotora, constructora, comprador final—, deberá asumir tarde o temprano.

La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) ha sido quien ha puesto cifras a esta creciente preocupación y a esos retrasos. En un informe presentado hace unos días recoge las conclusiones de una encuesta realizada a más de 300 empresas del sector de la construcción. El objetivo de este documento era conocer el impacto que están teniendo sobre su actividad, tanto el fuerte incremento del precio de las materias primas —un problema que el sector arrastraba mucho antes de la pandemia— como el desabastecimiento o el retraso en el suministro de determinados materiales.

Las conclusiones, que incluyen todo tipo de obras, son contundentes. Más del 75% de los encuestados afirma haber sufrido, en los últimos tres meses, desabastecimiento o retraso en la entrega de materiales provocando, a su vez, retrasos en la ejecución de unidades de obra. Pero ¿afectan esos retrasos a los plazos? Según la mitad de los encuestados, los plazos no se han visto afectados, pero un 12% asegura que dichos retrasos en las unidades de obra sí han afectado al plazo final.

Y lo que es más importante, ¿se están paralizando obras? Según este informe, cuatro de cada diez empresas se han visto obligadas a cancelar o paralizar sus obras como consecuencia del fuerte incremento de las materias primas, mientras que una de cada cuatro que han paralizado o cancelado obras han sufrido penalizaciones económicas por incumplimientos de plazos parciales o totales. Penalizaciones que se mueven entre 1.500 y 3.000 euros por día natural, entre el 10% y el 50% del presupuesto de la obra o del 4% de la adjudicación.

Retrasos sí, parón de obras, no

Hablar de un posible parón de las obras, sin embargo, es un tema delicado. Según diferentes fuentes consultadas —arquitectos, constructores, promotores…— está habiendo retrasos, pero no paralizaciones.

Desde la asociación de promotores de Madrid, Asprima, su director general, Daniel Cuervo, asegura que no se han producido paradas de obras. «Es cierto que no llegan los materiales como sucedía antes de la pandemia y es un problema que preocupa, porque somos conscientes de que no es un problema puntual. Pero no se están parando obras. Además, cada día, cada semana y cada quince días se monitoriza la obra y se gestiona para evitar que haya parones que sí lastrarían la viabilidad del proyecto».

¿Qué materiales son los que están provocando mayores desabastecimientos? Según la CNC la madera —que por otro lado es la materia prima que más se ha encarecido, nada más y nada menos que un 125%—, pero también el aluminio, el acero, el PVC… La falta de ‘stock’ y los retrasos también afectan a los materiales eléctricos, aislamientos, hierro, cerámicas, pizarras, hormigón, sanitarios, vidrio, pintura, pavimentos sintéticos, grifería, electrodomésticos, ventanas, ascensores… Una gran lista que ha puesto en alerta al sector promotor y constructor.

«Hay problemas con las calderas de calefacción de las viviendas. Llevan un chip que no hay en España, por lo que no se pueden fabricar. Si esas calderas no se entregan a tiempo, hay fases de obras que se ven afectadas porque no pueden avanzar. Y el problema no es solo ese retraso, sino que el proveedor no sabe cuándo podrá disponer de esas calderas para continuar con la obra, ni si habrá aumentado su precio cuando las reciba», relata a El Confidencial un arquitecto que prefiere mantener el anonimato.

«No es lo mismo que te falte un interruptor, que puedes esperar hasta el último momento antes de ponerlo o incluso firmar las escrituras y acordar con el cliente que lo pondrás cuando te llegue, que no poder terminar el sistema de calefacción de una vivienda porque sin él no puedes avanzar en muchos aspectos de la obra. «Sucede lo mismo en el caso de un edificio de oficinas, los vidrios de fachada que antes se suministraban en un mes, ahora tardan cuatro o cinco meses en llegar, y sin ellos no puedo terminar la fachada y no puedo poner los acabados porque la suciedad y el agua entran de manera continua», añade este experto.

«Los vidrios de fachada que antes se suministraban en un mes, ahora tardan cuatro»

El cóctel actualmente es explosivo. «Los costes de determinados materiales se han disparado, sigue existiendo una falta estructural de mano de obra, y a todo esto se suma ahora el desabastecimiento o el retraso en la entrega de determinados productos.

«No solo están subiendo con fuerza los precios, sino que los productos que compro no me llegan en plazo. La pandemia paró todo, las fábricas de ventanas, las de chips… y ahora que se han reactivado no hay ‘stockage’ para entregar los productos a tiempo. Las constructoras se han comprometido en precio y en plazo, y ahora ven que no solo no pueden mantener el precio que establecieron, sino que en muchos casos no van a poder cumplir con los plazos de entrega«, asegura otro consultor.

Problemas con sanitarios, ventanas, pintura... Problemas con sanitarios, ventanas, pintura... Problemas con sanitarios, ventanas, pintura…

La Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) reconoce también los retrasos pero su secretario general, Sebastián Molinero, descarta que haya desabastecimiento y destaca que «la construcción es una actividad muy compleja: cuando algo falla, es muy complicado reorientar la obra. Imagina que quieres hacer el cocido pero no tienes agua. Y cuando se altera todo, aumentan los costes«.

¿Viviendas más caras en el futuro?

«Lo que en el pasado eran problemas circunstanciales —un retraso de 24 o 48 horas, el accidente de un camión…—, retrasos puntuales o anecdóticos, ahora hablamos de varios meses. Esto obliga al constructor a ser más conservador, a dilatar el inicio de las obras y a asumir otra incertidumbre, un futuro incremento en los costes. Y todo esto, a la larga, tiene un impacto entre quienes han tomado la decisión de comprar una casa o rehabilitar una vivienda. En definitiva, sobre la elasticidad de los consumidores, la capacidad de la demanda para asumir ese incremento de precios», añade Molinero.

De hecho, son precisamente estos retrasos los que preocupan al conjunto del sector, ya que se traducen en costes adicionales a los que vienen soportando incluso antes de la pandemia, con el incremento del precio de las materias primas y de la mano de obra debido a su escasez. «Antes de la pandemia, ambos factores ya existían, y no solo siguen existiendo, sino que la situación ha empeorado. Ahora, además, se suman costes no previstos derivados de los retrasos en los suministros. Una tormenta perfecta que puede truncar la recuperación de un sector, el inmobiliario, que desde 2017 había despegado y podía ayudar a impulsar la economía y el empleo».

Esos retrasos, y esos incrementos de costes, como ya sucedía antes de la pandemia, han provocado un incremento inusual del coste total de las obras que la CNC cifra, de media, en el 22% en los últimos tres meses. ¿Acabará trasladándose una parte de ese coste al precio final de la vivienda? y, lo que es más importante, ¿podrán asumir ese incremento de precios los futuros compradores como alerta Molinero?

Carlos Sánchez

Los costes de la construcción, aunque no entran en el cómputo del IPC, están metiendo presión a la inflación, como explicaba recientemente El Confidencial. Y con la inflación disparada, la preocupación no se centra ya tanto en si se podrán terminar o no las viviendas en marcha o las futuras viviendas, sino si se podrán vender.

Algunas promotoras ya han manifestado su preocupación. Vía Célere y Aedas en verano y Metrovacesa hace apenas unos días, reconocen en los documentos remitidos al MARF sobre la emisión de pagarés que la inflación puede afectarles negativamente al no poder repercutir dicho incremento a los futuros compradores de vivienda.

Todas ellas, con idénticas palabras, aseguran que «aunque la tasa de inflación ha sido baja durante los últimos años, la inflación puede aumentar el coste del suelo, los materiales y la mano de obra. Además, una inflación significativa suele ir acompañada de tipos de interés más altos, que repercuten negativamente en la demanda de viviendas. Y en un entorno inflacionario, sería difícil para el grupo subir los precios de la vivienda lo suficiente como para compensar la inflación«. Todo ello, añaden, podría tener un efecto adverso sobre sus márgenes de negocio, sus resultados o sus previsiones.

Las promotoras reconocen que no podrán repercutir la inflación en el precio de la vivienda

De hecho, Sebastián Molinero asegura que los incrementos de costes «tendrán que ir contra el margen. A todos los niveles. Desde la extracción de productos básicos, pasando por la industrialización, la distribución o la venta. A lo largo de toda la cadena de valor se están intentando trasladar esos costes con la menor intensidad posible. Y en general, las subidas están siendo asumidas. Hasta ahora, la subida ha sido moderada, pero el problema es saber cuándo se va a frenar o si se van a mantener las subidas«.

Daniel Cuervo, por su parte, cree «que el incremento de precios ha tocado techo. El precio es aún elevado respecto a meses anteriores, pero van a ir corrigiendo. Lo que está por ver es si esa corrección va a ser más o menos rápida. El gran problema para el sector es la incertidumbre«, asegura. Por lo pronto, el FMI ya vislumbra la luz al final del túnel y recientemente aseguraba que hacia mediados del 2022 la inflación regresará a niveles anteriores a la pandemia.

Hasta que eso suceda, desde Asprima sostienen que «hay que intentar mitigar al máximo esos costes, que nos afectan a todos por igual. Y aunque el riesgo constructor no lo puede asumir la promotora, no deja de ser tu socio y habrá que llegar a acuerdos. Pero lo razonable es que el riesgo constructor no se traslade al promotor«, insiste.

Foto: iStock.Foto: iStock. Foto: iStock.

Además de las promotoras, otras compañías cuya actividad también es esencial para el sector inmobiliario y para las obras públicas, llevan meses preocupadas por los costes energéticos. Es el caso de Cementos Molins, que a finales de 2020 alertaba del riesgo de los costes energéticos para su actividad.

«La actividad de producción de cemento implica un consumo energético relevante. Los recursos energéticos más utilizados en su fabricación están constituidos principalmente por la electricidad y el coque de petróleo o el gas», y aunque reconocía que el abastecimiento energético del grupo no presentaba dificultades destacaba cómo «ambos factores son dependientes de las circunstancias y dinámicas de los mercados con una volatilidad vinculada a la coyuntura global«.

La preocupación va, pues, más allá de constructoras y promotoras. Fernando Roig, presidente de Grupo Pamesa, compañía dedicada a la fabricación de productos cerámicos, aseguraba hace unos días que los altos costes energéticos provocaran, irremediablemente la subida del precio de sus productos del orden del 25% para poder compensar esos costes, mientras que las hormigoneras han anunciado aumento de tarifas para el año que viene ya similar.

La tormenta perfecta acaba de estallar.

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